El Ágora de Alhaurín

  • Diario Digital | jueves, 02 de mayo de 2024
  • Actualizado 00:01

Buenas noches, princesa...

Puede que a veces estiren el dedo meñique, sólo cuando juegan con esas tacitas tan delicadas, pero saben agarrar lo que es suyo, beber de una cantimplora si van de excursión y comer de todo (¡hasta brócoli!). Sí, creeme.

Buenas noches, princesa...

Buenas noches, princesa... te susurro cuando el sueño ha podido contigo, en el momento en que cierro el libro de cuentos y compruebo que estés bien arropada.

Buenas noches, princesa... te digo echando una ojeada al microcosmos de tu habitación, cuando tus peluches me devuelven la mirada, mis mudos compañeros de adicción, cómplices de preocupaciones, fanáticos de la brevedad de estos años mágicos.

Buenas noches, musito casi sobrecogida, colocando tu ropa para la escuela sobre tu querido baúl de los tesoros, el de las princesas Disney. Ahí guardas los zapatitos de tacón, el vestidito de colores pastel, la varita mágica, el juego de té, el lápiz de labios que no pinta, la corona...el kit básico de las historias que ves, lees e imaginas, una equipación pragmática que sustituye el cristal por el plástico y los tejidos vaporosos por los sintéticos.

Te deseo buenas noches y te digo miles de cosas que viajan volando en el beso que te envío desde el quicio de tu puerta, siempre entornada con vistas a la suave luz del pasillo.

Buenas noches, princesa. Disfruta de los zapatitos de tacón, pero póntelos sólo un ratito. Que no te impidan conocer la sensación de los pies descalzos sobre el cesped, que no te molesten al saltar para alcanzar tus sueños, para tocar la luna. Que no te priven de bailar hasta cansarte. Que no te esclavicen cuando seas mayor ni sean obstáculo para que pises fuerte y segura de tí misma. Que no quiebren tus tobillos si tienes que huir del peligro o defenderte con una patada.

Buenas noches, princesa. Embelésate con los cuentos y las películas que tanto te gustan, pero no olvides que las mejores princesas, las de verdad, sólo besan ranas porque adoran a los animales y saben salvarse solas, porque en sus casas y en el cole, les recuerdan que son fuertes, independientes e increíbles y les enseñan miles de cosas, para no tener que depender de un príncipe caprichoso con corte de pelo pasado de moda. Las princesas genuinas no suspiran impotentes ante la ventana, saben pedir ayuda, si la necesitan, a su familia y amigos de verdad, así como ofrecerla. No necesitan en su vida un príncipe azul que las salve, sino muchos y multicolores que las admiren y animen a ser la mejor versión de ellas mismas. A los dragones, piratas y brujas primero los esquivan y luego los señalan, los denuncian y se los meriendan tan ricamente. ¡Y cómo se asustan, los muy cobardes, ante las valientes princesas, las de verdad! Esas que son tan bonitas como las de los dibujos, o más aún. Y más variadas, más divertidas, sin duda: son altas, bajas, delgadas, gorditas, de pelo corto y largo, liso como la lluvia o lleno de espirales. Algunas llevan gafitas o aparatos, otras están recuperándose de una enfermedad y pueden adornar con pañuelos sus cabecitas lisas, que son pistas de aterrizaje para besos. Todas esas princesas son pálidas, oscuras, habladoras y calladitas. Puede que a veces estiren el dedo meñique, sólo cuando juegan con esas tacitas tan delicadas, pero saben agarrar lo que es suyo, beber de una cantimplora si van de excursión y comer de todo (¡hasta brócoli!). Sí, creeme.

Buenas noches, princesa. Juega con ese pintalabios de brillo, desfila con tu vestidito regio ante el espejo. Pero no dejes que nada camufle tu sonrisa. De mayor tendrás todos los cosméticos y trapitos que quieras -de hecho hace mucho que sé que me coges prestados los míos- pero no dejes que apaguen tu propio brillo, no dejes que nadie te engañe y te diga que tienes que torturarte, oprimirte, esconderte o quedar muy expuesta. Las verdaderas princesas van siempre cómodas y a gusto consigo mismas. Ponte la corona cuando desees, ¡que no se caiga! Barbilla alta, jovencita, apuntando al cielo, pero sin perder de vista el suelo. Y la varita mágica, juega con ella también, pero recuerda que la más superpoderosa está en tus propias manos, en tu voluntad.

Buenas noches, princesa. Mañana volveremos a leer ese cuento o el que quieras. Leeremos poco a poco muchas historias más y descubrirás que el universo de las princesas es infinito, que hay miles de lugares por conocer, experiencias que probar y canciones que cantar. Las mejores historias, sin embargo, están en tus lápices y cuadernos. Ellos esperan, como yo, a que tú se las cuentes.

Buenas noches, princesa...