El Ágora de Alhaurín

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DÍA DE ANDALUCÍA | 28-F

Villanova reivindica la labor de los ayuntamientos para "construir Andalucía desde el municipio"

Día de Andalucía
Día de Andalucía. Foto: El Ágora
Villanova reivindica la labor de los ayuntamientos para "construir Andalucía desde el municipio"

DISCURSO DEL DÍA DE ANDALUCÍA 28/02/2019

Ilustrísimos señores Concejales y señoras Concejalas del Excmo. Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre; Ilmos. Hijos Adoptivos y Predilectos de Alhaurín de la Torre; Ilmo. Sr. director del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre; Ilma. Sra. Jueza de Paz; Ilustrísimas autoridades y representantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado;  representantes de asociaciones, cofradías, peñas y colectivos de Alhaurín de la Torre; pueblo de Alhaurín de la Torre; señoras y señores.

Bienvenidos sean todos a este Salón de Plenos, lugar y sede de la Democracia Local, que estrena nueva imagen, mucho más solemne.

En esta mañana de 28 de febrero, celebramos el trigésimo noveno aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Andalucía. Han pasado ya 39 años de la efemérides, que se dice pronto, pero resulta imposible olvidar aquellos emotivos instantes, en 1977, en los que la ciudadanía andaluza, es decir, todos nosotros, decidimos llenar las calles, para defender lo nuestro, un autogobierno, una conciencia de pueblo unido.

El texto apoyado en las urnas el 28 de febrero de 1980 supuso el fin de un trayecto necesario, el de la reivindicación, pero también el comienzo de otro,  más difícil y apasionante aún, el de la materialización y puesta en funcionamiento del Gobierno de la Junta de Andalucía.

Los cientos de miles de partidarios de este salto cualitativo en la Historia de España, que tuvieron a Blas Infante como padre de la Patria andaluza e inspirador de la conciencia andalucista, vieron colmadas sus expectativas, pero sabían que lo más duro estaba por llegar.

Nuestra Autonomía Andaluza, hoy considerada natural e incuestionable por las generaciones que tienen menos de 39 años, se hizo realidad tras muchos sacrificios y llegaba, al fin, el momento de empezar a trabajar por los millones de andaluces y andaluzas que la anhelaban.

La Comunidad Autónoma, en estos casi ocho lustros, ha logrado importantísimas conquistas, avances, progresos y saltos de calidad en todos los campos, algo que, sin duda, también se debe al atraso histórico al que injustamente nos tenían sometidos.

Andalucía se propuso, y lo consiguió, salir de su letargo, y lo hizo con la cabeza alta, conservando su idiosincrasia y haciéndose respetar, pero presumiendo siempre de su pertenencia a España como país, sin faltar el respeto a ninguna otra Comunidad y sin nacionalismos excluyentes que tan poco aportan y tanto separan.

Pero permítanme que hoy, Día de nuestra Patria Andaluza, blanca y verde, haga un sano ejercicio de reivindicación de las instituciones más próximas a los ciudadanos, los Ayuntamientos. Y es que nadie puede olvidar que dentro de dos meses exactos se cumplirán 40 años de la constitución de las primeras Corporaciones Locales Democráticas, salidas de las urnas con toda la ilusión el mundo y con todo por hacer.

La consolidación de los ayuntamientos ha sido, sin duda, una de las claves del gran avance de la Democracia en nuestra Comunidad y nuestro país. Fueron los ayuntamientos los que iniciaron el proceso que permitió que luego los andaluces ganaran el 28 de febrero de 1980 la autonomía plena para Andalucía, es decir, en menos de un año. Y eso conviene no olvidarlo nunca.

Los Gobiernos Locales han sido los principales motores del cambio social y los impulsores de los avances más importantes que ha vivido Andalucía. Hemos demostrado nuestra capacidad de compromiso y eficacia con la ejecución de obras públicas municipales con fondos propios, de la Unión Europea, del Estado, de las diputaciones o de la propia Junta. Por eso, tan importante como reivindicar el legado de Blas Infante y tan indispensable como glosar a quienes hicieron posible el sueño del autogobierno andaluz, es para mí acordarse de los más de 8.000 ayuntamientos de Andalucía, a quienes debemos dar el protagonismo y la gratitud que merecen.

Hablo, señoras y señores, del poder de lo local, del servicio público real y efectivo encarnado en el municipalismo, buscando la excelencia en la prestación de los servicios y el permanente estímulo de la participación ciudadana. Y este buen hacer de lo local, que quede bien claro, ha sido posible contra viento y marea, a veces sin los recursos ni la financiación necesaria, o a fuerza de aumentar el endeudamiento de las arcas municipales en general, ya que las Administraciones Locales siguen siendo las grandes olvidadas, la pata más coja del engranaje democrático, constitucional y estatutario.

En 40 años de Ayuntamientos salidos de elecciones libres, los servicios se han ido profesionalizando y diversificando, la ciudadanía se ha vuelto más exigente, el aparato administrativo se ha ido modernizando y adaptando a la realidad de cada momento... Pero seguimos trabajando a veces a marchas forzadas, porque no hemos logrado esa segunda descentralización que requiere España, a medida de sus municipios, cabildos, provincias y concejos. No hemos conseguido aún desarrollar todo el potencial que los ayuntamientos pueden llegar a tener. El marco normativo no es todavía todo lo favorable que debiera ser.

En mi condición de alcalde de Alhaurín de la Torre desde octubre de 1996 he llevado a gala un convencimiento pleno sobre las potencialidades de los municipios. Soy un municipalista de los pies a la cabeza, y el día a día al frente de este barco llamado Ayuntamiento me hace serlo aún más. En mi condición de vicepresidente primero de la FAMP, mi obsesión es que tanto la Junta de Andalucía como el Gobierno de la Nación presten mayor atención a las necesidades de los ayuntamientos, la institución más desfavorecida en recursos económicos de todo el engranaje administrativo del Estado, con diferencia abismal.

El Estado de las Autonomías, admirado e imitado en muchas zonas del mundo, ha repercutido en el desarrollo de España como país, gracias a conceptos que hacen grande a una nación: la solidaridad interterritorial, la generosidad y el compromiso institucional de unas comunidades con otras y por el efecto positivo de la sinergia, la unión de potencialidades. Pero sigue faltando la guinda, que acabo de expresar con toda claridad: Defender más y mejor a las Administraciones Locales, que son las primeras puertas a las que llama el vecino siempre para resolver sus problemas.

Nosotros en Alhaurín de la Torre hemos sido capaces de ser líderes en crecimiento en toda la provincia y en toda la Comunidad Autónoma, a pesar de tener que asumir competencias impropias durante mucho tiempo, a pesar de la crisis y a pesar de las medidas correctoras de techo de gasto y control de déficit, a pesar de ser uno de los municipios españoles con mayor solvencia financiera y capacidad de ahorro. Hemos transformado este pequeño pueblo en una gran y moderna ciudad de tamaño medio y, todo ello, con muchos menos recursos de los que realmente nos pertenecen o corresponden, a razón de 450 obras de distinta envergadura al cabo del año, todas ellas, financiadas en su inmensa mayoría con cargo a las arcas municipales.

Y todo ello, como saben, haciendo un importante esfuerzo para mantener congelados todos los impuestos y tasas durante siete años, para que la presión fiscal fuera la menor posible para los bolsillos de los contribuyentes. Gestionando bien esos limitados recursos hemos sido capaces de hacer más con menos durante ese periodo.

Eso, queridos amigos, también es hacer Andalucía, creer en Andalucía, progreso para Andalucía. Construir Andalucía desde el municipio. Todos los días del año. Sin descanso. Con creatividad y mucho esfuerzo. Y por eso, celebrar el Día de Andalucía y felicitarnos como andaluces tiene que incluir, sí o sí, valorar la labor de los municipios y sus Gobiernos Locales.

Aquí, en Alhaurín de la Torre, hemos sido leales institucionalmente aún en los peores momentos de incomprensión por parte de la Junta de Andalucía. Hemos adelantado dinero para muchas infraestructuras en las que no teníamos competencia; hemos invertido en equipamientos mucho más allá de la mera conservación y mantenimiento. Hemos demostrado una cultura democrática muy por encima de la de determinados exgobernantes autonómicos, que han intentado asfixiar muchos proyectos de Alhaurín y de la provincia de Málaga, cargándose así los cimientos del respeto al municipalismo y del progreso local. Afortunadamente, estamos en una época nueva y la situación a buen seguro va a poder enderezarse.

Además, cuando los ingresos se desplomaron a causa de la crisis, tuvimos que readaptar la Administración, afrontar un intenso reajuste de gastos y realizar una apuesta por la contención, a fin de evitar el despido de ningún trabajador municipal ni renunciar a prestar unos servicios públicos de calidad. El Ayuntamiento fue, sin duda, el motor más importante de la economía local y ayudó en parte a amainar la crisis tan feroz, ya que siguió generando empleo y estimulando al empresariado con obra pública.

Los ayuntamientos nos encontramos ante un importante reto institucional, el de hacernos más grandes, fuertes, poderosos, resolutivos y eficientes, con instituciones modernas y bien equipadas, con las nuevas herramientas tecnológicas a nuestro servicio, con sentido de la responsabilidad social, de la ecología, el respeto al medio ambiente y, sobre todo, que no supongan una asfixia tributaria para los contribuyentes. Y para eso hay que trabajar mucho y, lógicamente, contar con el auspicio de la Junta de Andalucía y del Estado.

El Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre, ejemplo en toda nuestra amada Andalucía, se ha caracterizado en las últimas dos décadas por su estabilidad político-institucional, por su disciplina financiera, por su capacidad para desarrollarse, transformarse y progresar, pero siempre desde el diálogo con todos y la participación ciudadana, buscando prestar los servicios públicos con la máxima calidad y muy pendientes de dedicar buena parte del gasto presupuestario a la acción social, a las personas y grupos que más lo necesitan.

Han sido los siete pilares en los que se ha fundamentado nuestro trabajo al frente del Ayuntamiento para este crecimiento imparable y referente de toda Andalucía. Nosotros, desde este Gobierno Local, con toda modestia, hemos contribuido al progreso de Andalucía, desde el municipalismo, como otros muchos ayuntamientos, pero sí hemos de reivindicar que nos ponen de ejemplo en muchos lugares de Andalucía y España. Y lo llevamos a gala.

Escuchar a la calle todos los días ha sido, es y seguirá siendo, la forma idónea de gobernar, sobre todo, cuando estás más cerca geográficamente del ciudadano. El barrio, la urbanización, el pueblo, el polígono, el núcleo rural... Todo cobra mayor sentido en la órbita de lo municipal. Y nosotros, en un intento de dar un salto de calidad, aunando participación ciudadana con nuevas tecnologías, hemos desarrollado en estos últimos años, de acuerdo con el Plan Estratégico Municipal, una serie de nuevas herramientas para estimular la implicación de toda la sociedad en la toma de decisiones de la Institución, a través de los llamados Consejos Sectoriales de Participación Ciudadana y las plataformas tecnológicas Línea Verde y Civiciti, cuyas propuestas se atienden y resuelven a tiempo real.

Ya no es solo que el vecino reivindique, sugiera, reclame o denuncie anomalías e incidencias, que también. Es ya darle la oportunidad de SER Y SENTIRSE PARTE de su municipio, de su Gobierno. Y esta actitud de confianza recíproca y bidireccional nos la han aplaudido desde numerosos puntos de Andalucía, lo cual nos congratula mucho, porque nos hace co-partícipes del progreso de toda la Comunidad Autónoma y espejo para otras instituciones locales.

Hoy, 28 de febrero, Día de Andalucía, hay que proclamar en voz alta que el histórico desarrollo que Andalucía ha obtenido en estos 39 años es fruto de aquel feliz y oportuno SÍ AL ESTATUTO DE ANDALUCÍA, luego reformado y modernizado en 2007 gracias a la voluntad de la mayoría de los partidos políticos con representación en el Parlamento Autonómico. Y también hoy es importantísimo seguir reivindicando el municipalismo y potenciando el papel de los ayuntamientos, como el de Alhaurín de la Torre y como otros muchos, con más recursos y financiación, escuchando desde la Junta y desde el Estado un poco más a la FAMP y a la FEMP, a las federaciones de municipios y provincias. Estoy seguro de que el nuevo Gobierno andaluz sabrá recoger el guante y prestarnos más atención.

Señoras y señores: Aquel 28 de febrero de 1980, Andalucía lanzaba un mensaje absolutamente clarificador. Y ese mensaje era el siguiente: fuimos protagonistas de un pasado milenario y brillante, hemos vivido marginados durante demasiadas décadas y por eso la Autonomía no era una herramienta para afirmar nuestra personalidad, que estaba suficientemente extendida mundo por  nuestra singular geografía, historia y bagaje cultural, arte, patrimonio, habla o música. Andalucía precisaba la autonomía para ponerse en pie de igualdad con los demás territorios sin que la nueva situación del país trajese nuevas desigualdades.

Desde 1977, una incontestable mayoría de andaluces se levantó pacíficamente para reclamar un Estatuto que desarrollara los principios de libertad, igualdad y justicia en el marco de igualdad y solidaridad con las demás nacionalidades y regiones.

Ese mensaje cargado de reivindicación y esperanza nos llevó al 28 de febrero de 1980 y, consecuentemente, al convencimiento de que no éramos ni más ni menos que los demás españoles. Hoy vivimos realidad social bien distinta a la que conocimos. Ya no somos aquel pueblo resignado, acomplejado y autocompasivo debido a las desigualdades históricas. Hoy gozamos de un elevado prestigio en campos tan dispares como la Universidad, la ciencia, la tecnología, el turismo, la ecología, la cooperación, los servicios sociales, el deporte, la la medicina, etcétera.

Y todo este avance social y como pueblo ha sido posible gracias al esfuerzo, a veces asimétrico, de todas las instituciones: ayuntamientos, entidades locales autónomas, diputaciones, mancomunidades, consorcios, universidades, federaciones y, cómo no, propia Junta de Andalucía. Y de la sociedad en su conjunto, de forma individual, con su trabajo y esfuerzo, y de los agentes sociales: sindicatos, empresarios y emprendedores, asociaciones, etcétera. Por desgracia, el desempleo sigue siendo el problema número 1 de nuestra Comunidad, lo que demuestra que todavía hay mucho que hacer.

Por eso, Andalucía, los andaluces y andaluzas y quienes nos eligen para vivir  merecen una alta dosis de esperanza y, sobre todo, necesita a políticos, empresarios, agentes sociales y sindicatos comprometidos con esta causa. Desde el Gobierno y el Parlamento de Andalucía hasta el más pequeño de los ayuntamientos y entes locales, necesitamos trabajar juntos por el bien común, el progreso y la paz social.

Es momento, otra vez, de apelar a las conciencias individuales y colectivas para sacar lo mejor de nosotros mismos como andaluces, para recuperar ese espíritu de consenso, de unión y de pueblo soberano, con un mismo objetivo: avanzar en más y mejor empleo. Igual que fuimos capaces de hacer entre 1977 y 1980.

Deseo terminar mi intervención reivindicando de nuevo la base y el origen de cuanto hoy, día 28 de febrero, celebramos aquí.

Es nuestro día, es el día de homenaje a la Bandera Blanca y Verde y de tributo a quienes dieron sus ideales, su trabajo, su esfuerzo, su sudor, su sabiduría e incluso su vida por nuestra bendita tierra.

Disfrutemos de esta jornada junto a nuestros familiares y compartamos juntos muchos más años en esta plaza para decir fuerte y alto: “¡¡¡Viva Andalucía!!!”. Muchas gracias por su atención.